Mientras los gobiernos del mundo han acordado un ingreso de emergencia para los habitantes más vulnerables, como preámbulo hacia una Renta Básica Universal, en Colombia se diluye el debate.
Por María Fitzgerald
Tomado de www.opendemocracy.net / 7 de julio 2020
Mientras los
gobiernos del mundo han acordado un ingreso de emergencia para los habitantes
más vulnerables, como preámbulo hacia una Renta Básica Universal, en Colombia
se diluye el debate.
“Si a nosotros
nos dieran alguna ayuda, no tendríamos que estar saliendo a movernos, pero hay
hambre y entonces qué hacemos mija (mi hija)”, asegura Claudia*. Ella
es una indígena Wayúu. Llegó a Bogotá luego de ser desplazada por la violencia
que se tomó la Guajira. En la capital, antes de la pandemia, sobrevivía a punta
de vender artesanías en las calles: mochilas, manillas y aretes. Lo que reunía
lo repartía entre ella, sus hijos y nietos, y lo demás lo regresaba a su
comunidad, en la Costa Atlántica. Sin embargo, desde que inició la cuarentena,
su único medio se ha visto truncado: “por eso, si el gobierno nos diera un
ingreso, no estaríamos en esto”.
Desde que
inició la pandemia, la precarización de bienes y recursos ha marcado la vida de
muchos habitantes en Colombia. Las tasas de pobreza y desempleo se han elevado
y los trapos rojos, marca del hambre en las ciudades principales, han salido a
relucir a las ventanas. En el Senado la respuesta de la Renta Básica Universal
surgió como una clara alternativa, que podría disminuir drásticamente la
cantidad de posibles contagios, al evitar la salida de las personas más
vulnerables a las calles, y a futuro llegar a amparar a la población en
general. Esta medida también ayudaría a descongestionar la saturación en los
hospitales que, al día de hoy, en ciudades como Bogotá está escalando al 63% en
ocupación de UCIs. Sin embargo, la discusión se ha visto pospuesta, lo que
sigue manteniendo en la precariedad a miles de familias.
“Mamita yo
tengo asma, a mí no me interesa salir a exponerme porque sí. Porque dígame
luego quién me va a pagar la salud”, dice Claudia. Ella, que ya tiene 74, llegó
a Bogotá hace 30 años. Claudia tuvo que huir de la Guajira, luego de que su
hija fuera violada, torturada y asesinada por paramilitares, bajo el mando de
Jorge 40. Luego, cuando quiso esclarecer lo que había pasado, le llegaron las
amenazas: “eso era lo que le hacían a las muchachitas allá en la Costa; la que
no se quisiera acostar con alguno de esos tipos, terminaba así. Y eso fue lo
que le pasó a mi hija”.
Al llegar a la
ciudad no tuvo más alternativa que dedicarse al comercio en la calle.
Usualmente, ella y sus hijos caminan por todo el centro de Bogotá vendiendo lo
que les envían desde la Guajira. Pero, con la pandemia, esa alternativa se
perdió. En la actualidad, Claudia no sabe cómo lograrán sobrevivir en lo que
queda de la cuarentena: “las pocas cosas que estábamos vendiendo, nada mami,
aquí las tengo”.
Con el inicio
de la cuarentena en los países Latinoamericanos, la CEPAL, el organismo de
Naciones Unidas para Latinoamérica, impulsó el proyecto de un ingreso de
emergencia durante la cuarentena, que a futuro pueda convertirse en una Renta
Básica Universal. Con este proyecto, la CEPAL proyecta un ingreso promedio de
143 dólares para, aproximadamente, 215 millones de personas. En entrevista con
El País, Alicia Bárcena, representante de la CEPAL para Latinoamérica, aseguró
que: “el objetivo estratégico, de largo plazo, debe ser el ingreso básico
universal. Sería liberador: daría libertad a las personas para no estar en una
supervivencia precaria. Y hay que avanzar gradualmente hacia él”.
Este debate
llegó a Colombia y ha sido ampliamente impulsado por la bancada de oposición.
Una de las representantes a la cámara por la lista de la decencia, María José
Pizarro, dijo a democraciaAbierta que: “asegurar un ingreso de Renta Básica
para los colombianos es esencial para mitigar los impactos de esta emergencia,
además de que podría convertirse en la herramienta que nos ayude a sacar de la
línea de pobreza a millones de colombianos”. Sin embargo, de acuerdo con
Pizarro, existe un sector político al que no le interesa que este proyecto se
lleve a cabo y, por ello, se han dedicado a dilatar la discusión.
El 20 de junio,
la revista Dinero informó que el debate se había detenido en la
Comisión Tercera del Senado. Esto implica, en términos generales, que no
alcanzó a presentarse como proyecto de ley, y que tendrá que pasar primero a
ser parte del debate general de la Cámara.
“Lo que pasó en el Senado es que dilataron más la discusión. Eso se va a demorar”, asegura Camila Moncada, politóloga con magíster en Políticas Públicas de la Universidad de los Andes. Frente al proyecto, Moncada explica que la comisión encargada de proponer el tema para debate, que debería haber impulsado una discusión ágil, se está viendo velada por el interés de sectores políticos que no quieren permitir la materialización de la Renta: “no es que hayan tumbado el debate, es que ni siquiera se han molestado en considerarlo”, asegura.
Mientras en el Senado continúa la discusión por la posibilidad de crear, o no, la Renta básica Universal, la mercancía en la casa de Claudia se sigue acumulando: “yo cómo les voy a decir que no me sigan mandando, si por allá están peor que nosotros acá”.
EmoticonEmoticon