Es urgente que se regule el teletrabajo, la UNI y los sindicatos están reclamando esto. La semana pasada la dirigente sindical de la Asociación Bancaria y Diputada Nacional de Argentina, Claudia Ormachea, presentó un Proyecto de Ley para la regulación del teletrabajo con una perspectiva sindical y con el claro objetivo de la protección a los trabajadores y no para fomentarlo de manera desregulada como se pretende hacer desde algunos sectores para maximizar ganancias a costa de la fuerza de trabajo.
Director Regional UNI Américas Finanzas
Prima facie (a primera vista) el Covid-19 enrostró a las
sociedades algunas cosas desde un primer momento: que la exclusión y la pobreza
matan; lo indispensable que es un Estado presente y activo; el nulo compromiso
social que tiene el modelo del sistema financiero; que los únicos que se ocupan
de los trabajadores y sus familias son los sindicatos; y que los únicos que se
preocupan por los pueblos son los sindicatos y las organizaciones sociales
comprometidas con lo popular. Estas realidades, entre otras, que tenemos frente
a nosotros no son el objeto del presente artículo por una cuestión de límite de
tinta y espacio; pero todas son consecuencias del sistema capitalista imperante
a nivel global.
Pero
centrándonos exclusivamente en el sistema financiero de nuestra región, la
respuesta de los bancos a una pandemia como el Covid-19, le han dado la razón a
lo que los sindicatos del sector venían reclamando sobre la necesidad de que no
sean solamente agentes de especulación financiera y respondan a los intereses
del capital, y asuman la actividad bancaria con un enfoque de compromiso social
y crediticio, basado en la producción y a la bancarización social amplia.
Repasando
los debates, documentos y declaraciones que hemos desarrollado desde los años
noventa hasta la fecha en las actividades de UNI Américas Finanzas, y sus
estamentos como la Alianza Latinoamericana en Defensa de las Bancas Públicas,
Reunión Conjunta de Redes Sindicales de Bancos Internacionales y Conferencias
Regionales y Mundiales del Sector Financiero, advertimos que los sindicatos
vienen haciendo este diagnóstico y reclamando otro modelo de sistema financiero
con una banca pública fuerte que oriente el crédito de los países y de la región,
poniendo en caja las desidias financieras que a su antojo –y respondiendo a sus
intereses–, gestiona la banca privada nacional e internacional.
En
este contexto los bancos que operan en la región, así como otros sectores –por
qué no reconocerlo– han demostrado no estar a la altura de las circunstancias en
la implementación de condiciones laborales y sociales frente a la epidemia. Quienes
tomaron desde el principio la responsabilidad de aplicar y reclamar por las
garantías de salubridad de los trabajadores y trabajadoras y del público fueron
los sindicatos financiero; podemos dar cientos de casos en los que mujeres y
hombres sindicalistas concurren diariamente a las sucursales bancarias para
hacer respetar el distanciamiento social entre el público y que se cumplan las
medidas sanitarias para con los bancarios; son los sindicatos los que entregan
a los empleados material de protección ante la no provisión de los mismo o la
entrega de productos de baja calidad por parte de los empleadores. Los mismos
bancos que incumplen con derechos y condiciones de trabajo en tiempos normales,
continuaron haciéndolo en pandemia, agravando su conducta porque, ahora más que
antes, lo que está en juego es la vida de los empleados y los clientes, es
decir, hacen primar el concepto de “el negocio”.
A
veces los ejemplos grafican perfectamente la situación, en Perú los bancos de
capital privado no renuevan contratos laborales –despido encubierto– a
trabajadores que debieran ser indefinidos porque hace años que vienen
trabajando en las entidades con continuas renovaciones de contratos; pero
también hay casos que se repiten en varios países de nuestra América: los
sindicatos denuncian el comportamiento de entidades financieras que abusan de
sus trabajadores haciéndolos atender público fuera de las normativas dispuestas
por los Estados, obligan a tomarse vacaciones anticipadas o, a pesar de que
están incluidos en algunas convenciones colectivas, algunos bancos recortan los
pagos de adicionales de alimentación y transporte a los empleados que están en
la primera línea de atención al público, algunos bancos internacionales obligan
a empleados comerciales a salir fuera de las sucursales a convencer a los
clientes que están haciendo filas para que adquieran productos financieros. Y
la lista puede continuar casi indefinidamente. Y como si lo descrito fuera
poco, impunemente despiden trabajadores y trabajadoras en medio de la pandemia,
como ocurre por ejemplo en el Banco Santander en Brasil.
Otro
aspecto es el teletrabajo o home office.
Esta modalidad que ha sido de enorme crecimiento en el sistema financiero
durante esta crisis sanitaria, y que es posible realizarla bajo apropiadas
medidas laborales, ha sido convertida en un instrumento de arbitrariedad y
abuso laboral para los empleados que transitoriamente cumplan con esa modalidad
de tareas; son recurrentes los casos en los que se instruye trabajar fuera del
horario laboral o fines de semana y no permiten que los trabajadores tomen
licencias por enfermedad propia o familiar, días por estudio u otras licencias
convencionales.
Sobran
casos de entidades que no entregan el material informático indispensable y
obligan a los empleados a comprar en supermercados una notebook con su propio
dinero o que utilicen notebooks de sus hijos estudiantes que han sido
entregadas en planes educacionales por el Estado, o el caso de un banco
internacional que a los pocos días de instaurar el home office hizo llegar a
sus empleados una comunicación en la que informaban que los trabajadores de esa
entidad mediante un acuerdo institucional podían adquirir notebooks con
financiación sin interés en una tienda internacional que les entregaría el
producto –que “casualmente” es indispensable para la nueva modalidad de trabajo
implementada– en su domicilio. La falta de regulación de esta modalidad laboral
agrava los abusos en beneficio de una mayor rentabilidad empresarial, son los
trabajadores quienes con su salario deben afrontar los gastos de consumo
eléctrico, conexión a internet y todo consumo extra en el hogar a causa de esta
modalidad; la excepción que confirma la regla es el caso en Argentina donde la
Asociación Bancaria y la Comisión Gremial Interna del Banco Santander lograron
que la entidad de capitales españoles pague un bono compensatorio de gasto de
internet y energía eléctrica a quienes realizan teletrabajo.
Es
urgente que se regule el teletrabajo, la UNI y los sindicatos están reclamando
esto. La semana pasada la dirigente sindical de la Asociación Bancaria y
Diputada Nacional de Argentina, Claudia Ormachea, presentó un Proyecto de Ley
para la regulación del teletrabajo con una perspectiva sindical con el claro
objetivo de la protección a los trabajadores y no para fomentarlo de manera
desregulada como se pretende hacer desde algunos sectores para maximizar
ganancias a costa de la fuerza de trabajo. La semana pasada salió un proyecto
sobre el tema con media sanción de la Cámara de Diputados que deberá ser
tratado por la Cámara de Senadores. No pretendemos abordar íntegramente este
tema aquí ya que requiere un acápite aparte pero queremos dar una pequeña
aproximación.
A
todo lo anterior se debe poner sobre el tapete la situación de las mujeres
trabajadoras del sistema financiero, que siguen siendo las más perjudicadas. O
acaso los empleadores de los bancos del Caribe o Costa Rica –donde más denuncia
tuvimos– han pensado en las madres –cajeras en su mayoría– que debían ir a
trabajar mientras sus hijos menores no tenías clases ni tampoco con quien
quedarse en casa. La respuesta es obvia: no. O acaso las patronales bancarias
que flexibilizan tareas durante esta pandemia a las mujeres que realizan home office tienen en cuenta que
quitarles el derecho de desconexión afecta sus tareas maternas, la respuesta es
tan obvia como el interrogante anterior: no.
Lo
cierto es que esta pandemia nos muestra que los trabajadores son los que
generan la riqueza en las empresas, y la muestra está en los desesperados
reclamos de los empresarios para que la gente vaya a trabajar incluso poniendo en
riesgo sus vidas.
Antes
de finalizar quisiera dejar una reflexión del presidente de UNI Américas
Finanzas, Sergio Palazzo:
“…Sin
dudas la pandemia nos pone en la antesala de un cambio sustancial del orden
mundial existente o persistir en el error. Para ello, es necesario actuar. Neoliberalismo
vs Estado presente será la gran discusión que nos debe la política para los
tiempos durante y post crisis coronavirus. Los ciudadanos no podemos estar
alejados de ese debate. Muy por el contrario, tenemos que hacer escuchar
nuestras voces y ser protagonistas de ese debate. De ello depende el mundo que
le vamos a ofrecer a las generaciones venideras. Y en materia financiera,
permítanme citar a ese gran pensador argentino que fue Arturo Jauretche, quien
decía: ‘El que maneja el crédito, maneja y orienta la economía de un país.
Quien maneja el crédito, maneja más moneda que el que la emite. Quien maneja el
crédito, maneja más el comercio exterior que el que compra o el que vende.
Quien maneja el crédito, maneja las formas de producción…’ Por ello el sistema
financiero debe ser un servicio público y la atención humana del mismo un
servicio imprescindible”.
Y
Finalmente transcribo el reciente mensaje de la secretaria mundial de UNI,
Christy Hoffman, y del presidente mundial de UNI, Rubén Cortinas:
“Queremos
darles un fuerte mensaje de apoyo y de solidaridad de UNI, sabemos que son
tiempos muy difíciles para los trabajadores de todo el mundo. Esto es difícil
para todos nosotros como líderes sindicales muchos de sus miembros se enfrentan
a pérdidas masivas de puestos de trabajo … muchos de ustedes que están
preocupados por ver a sus miembros trabajando en riesgo, escuchamos tantas
historias desgarradoras sobre trabajadores que prestan servicios esenciales, a
menudo sin la protección adecuada que se enferman incluso mueren, no es así
como se supone que debe ser, nadie debería ser obligado a arriesgar su vida y
ser un héroe solo por ir a trabajar. Todos tenemos que hacer todo lo posible
para asegurarnos de que estos trabajadores tengan los más altos niveles de
protección y quedarse en casa con paga. Mientras exigimos trabajo seguro, también
tenemos que mirar lo que sigue, muchos de nuestros países están considerando cómo
permitir que se reanude el trabajo normal, cómo vamos a juntar las piezas
rotas, debemos restaurar el empleo como una prioridad. Pero este virus también
ha expuesto la fragilidad y la desigualdad de nuestros sistemas, demasiadas
personas no tienen licencia de enfermedad o incluso asistencia sanitaria, demasiadas
personas no tienen el suficiente apoyo cuando están desempleadas, muy pocas
personas tienen ahorros para pasar este tiempo y sabemos que hay millones de trabajadores
informales que si no trabajan no comen. Los trabajadores ya han soportado con
una enorme carga en esta crisis, por ejemplo, el desempleo y la pérdida de
salarios entre los que menos pueden permitírselo así. Que como parte de esta
recuperación debemos exigir, no solo más empleo sino cambios profundos, menos
desigualdad más protección social, mecanismos de negociación más sólida para
que los trabajadores tengan voz en la economía que creemos al salir de esta
pandemia, debe ser más inclusiva que la que teníamos antes. Necesitamos reducir
el poder corporativo, romper los monopolios, un sistema de impuestos justos y equilibrar
la cadena de suministros. UNI debe continuar construyendo un mundo mejor con
menos asimetrías entre países y personas, necesitamos la recuperación y la
economía debe ser resistente que pueda capear las tormentas del futuro. Esto es
difícil para todos nosotros como líderes, pero saldremos de esta, hay días
mejores por delante, somos más fuertes cuando estamos juntos”.
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