Quienes hemos hecho parte de la historia de los trabajadores y sus conquistas laborales, no dudamos en advertir que este difícil momento será utilizado por el uribismo para imponer, sin siquiera guardar la forma, una profunda reforma laboral a cuenta gotas, aprovechando al máximo el confinamiento de los trabajadores, de los dirigentes sindicales y la población en general.
Por Juan
Francisco Sánchez Z.
Presidente nacional ACEB
El 17 de marzo
mediante el Decreto 417 del 17 de marzo de 2020, 11 días después de haberse
conocido el primer caso de contagio del Covid-19 en Colombia, el gobierno de Iván
Duque decretó la emergencia económica, social y ecológica, con la que
supuestamente pretendía proteger a los colombianos de los efectos negativos que
podría causar la presencia de la pandemia en nuestro país. Mas como era
previsible, viniendo del gobernante del mal llamado Centro Democrático fiel
exponente del capitalismo salvaje, los ataques al pueblo y sus derechos no se
han dejado esperar.
Quienes hemos hecho
parte de la historia de los trabajadores y sus conquistas laborales, no dudamos
en advertir que este difícil momento será utilizado por el uribismo para
imponer, sin siquiera guardar la forma, una profunda reforma laboral a cuenta
gotas, aprovechando al máximo el confinamiento de los trabajadores, de los dirigentes
sindicales y la población en general.
Según manifestaron inicialmente,
el decreto pretendía salvaguardar prioritariamente la vida de los colombianos; pero
la realidad es que la pandemia cayó como anillo al dedo a quienes se creen los
dueños del país. Por un lado, a base de vulgar demagogia, están intentando mejorar
la imagen a un títere, que por mucho que se esfuerce, no va a lograr zafarse de
las amarras que le impuso su titiritero Álvaro Uribe y por el otro, se acogen a
la cuarentena y no pierden un solo minuto en su empeño por sacar adelante la
mayor cantidad posible de medidas en contra de los intereses del pueblo y los
trabajadores, todo para hacer más expedito la obtención de ganancias a los
dueños del capital.
Han realizado despidos
masivos, licencias no remuneradas, autorizó el ministerio retiro de cesantías
con destino a consumo, el gobierno traslado a Colpensiones las obligaciones de
los fondos privados de pensiones, implementaron de forma masiva el teletrabajo,
obligaron al trabajo por horas, disminuyeron los salarios, la renegociación
individual de los contratos de trabajo, el desmonte de los pactos colectivos y
la última y tal vez la más agresiva, pretenden el desmonte de las convenciones colectivas
de trabajo, todo bajo el supuesto de estar salvando a la economía colombiana de
la bancarrota.
Ahora, y sin que
tengan ninguna fundamentación científica, seguramente considerando que las
medidas importantes que requería la casta dominante ya fueron tomadas, hablan
de levantar el confinamiento y reapertura gradual de la actividad económica, argumentando,
falazmente, que ya se está aplanando la curva de la pandemia. Este anuncio
implica declarar que se frenó la expansión del contagio, lo cual no deja de ser
una mentira. Está claro que las maniobras de manipulación de las cifras de
contagio solo pretenden esconder la realidad para justificar la reactivación
laboral.
Los epidemiólogos de
numerosas instituciones científicas, han explicando que la cantidad de pruebas
que se realizan por día son insuficientes para poder determinar la cantidad de
personas contagiadas, en consecuencia, las estadísticas que muestra el gobierno
simplemente son falsas. La prioridad de la economía sobre la salud ha sido el
argumento de varios gobernantes neoliberales como el Estados Unidos, Brasil e
Inglaterra, países donde la pandemia ha causado estragos mortales, solo para
defender los intereses del capital.
Para estos la crisis
sanitaria solo conlleva a que se puedan morir los más débiles y vulnerables,
aplicando la teoría de “Darwinismo Social”, que defiende la selección natural
en la sociedad, como si esto no fuera terrorismo. Este hecho corresponde, a lo
que en sentido lógico sucede, cuando al frente de los gobiernos están personas
que privilegian la economía por sobre la vida de sus comunidades.
El sector financiero
en Colombia, en el escenario de la pandemia, es privilegiado. Recibe capitalización,
exenciones de impuestos, no deja de trabajar con el dinero de los ahorradores,
les entregan la administración de las ayudas monetarias que da el Estado a los más
necesitados y además el Banco de la República les ha entregado varios billones
de pesos para el otorgamiento de créditos a la micro, pequeña y mediana
empresa, pero la aspiración de estos empresarios se queda en el papeleo y la
tramitología que hace nugatoria la supuesta solución.
Viene entonces la
“revisión” de las convenciones colectivas de trabajo, pero según la legislación
laboral los empresarios no pueden presentar pliegos de peticiones a los
trabajadores, pero la Circular 033 del 17 de abril, emitida por el Ministerio
del Trabajo, plantea que se podrán renegociar beneficios extralegales, para
hacerlos compatibles con la realidad económica de los empresarios y dice
además, que una vez establecido el escenario de renegociación de no lograrse un
acuerdo, las diferencias las resolverá una autoridad judicial del trabajo. ¡Esto
solo se puede llamar atraco! ¿O es que los trabajadores le estamos debiendo al
sector financiero?, al que nunca le pasa nada malo, pero todos los gobiernos lo
auxilian.
Los pactos colectivos
son una maniobra de los empresarios que los imponen para impedir que sus
trabajadores se organicen sindicalmente. En otras palabras, pacto colectivo es
sinónimo de actividad antisindical, los pactos se montan y se desmontan de
acuerdo al interés del respectivo banco. Para acceder al contenido de estos
beneficios, se le impone al trabajador la violación de su derecho fundamental
de asociación y en momentos como el actual, ponen a sus empleados contra la
pared para obligarlos a renunciar a los escasos avances contenidos en los
pactos.
No todo está perdido,
aún es tiempo de reaccionar, las maniobras patronales se pueden enfrentar mediante
la fuerza, que solo se alcanza con la afiliación masiva al sindicato, es hora
de desmontar los pactos, pero para convertirlos en convención colectiva y así
blindar los derechos contra las asechanzas de los voraces capitalistas, no lo
piensen más, no se dejen amedrentar, afíliense ya. Debemos estar seguros que la
forma de conquistar y defender los derechos es luchando, ánimo trabajador
bancarios no están solos, un sindicato de 62 años de lucha y experiencia les
abre sus puertas y los recibe con entusiasmo, no en vano somos la organización más
antigua, más grande y la de mejor en cubrimiento en todo el territorio
nacional.
De algo pueden estar
absolutamente seguros los bancarios colombianos, la Asociación Colombiana de
Empleados Bancarios, ACEB, no va a permitir de ninguna manera que los
diferentes bancos pretendan, con nuestro concurso, desmontar ni un solo derecho,
ni reivindicación de los que hoy gozan los trabajadores.
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